Hambre


Tanto es el hambre y la pobreza en el mundo que hay padres que abandonan a sus hijos y hasta los venden para poder comer. Por causa del hambre hay niños que son esclavos del trabajo y esclavos sexuales. Estas son algunas de las razones por las cuales escogí este tema. Me interese en este tema para educar y hacer un llamado a la consciencia de muchas personas. En estos tiempos el hambre es algo que sucede día a día. Hay mucha gente que aunque no los veamos y no los oigamos, están llorando y quejándose en este momento por no tener nada que comer. Es un problema que existe desde el comienzo de la humanidad, es una situación muy común que se ignora con frecuencia. Muchos no sabemos que el hambre reduce la capacidad de los niños para crecer, para aprender hasta todo su potencial y puede ocasionar la muerte. Las personas hambrientas no pueden realizar trabajos físicos pesados, caen enfermas con mayor frecuencia y tienen mayor probabilidad de morir. No solo los humanos están pasando hambre sino animales también. Mientras los políticos discuten sobre cómo ponerle fin a las guerras, los organismos internacionales diseñan las recetas mágicas para volver a los pobres más pobres. Y ¿como podemos detener esto? pues bien fácil. Podemos detener el problema educando a la población a detener la deforestación, a conservar el agua, a promover la agricultura y el desarrollo rural, promover la intervención de los gobiernos para fortalecer las actividades productivas de las personas pobres como forma de incrementar sus ingresos y mejorar la distribución de los recursos. Y para lograr esta meta se requiere la igualdad de derechos y una consciencia social. Y éstas serían las herramientas adecuadas para combatir este gran problema social. Para el que se pregunte, ¿el hambre nos va a tocar de cerca? Yo les diría que sí y más pronto de lo que se imaginan. Esto sucederá por la alta demanda de alimentos. Por ejemplo: El trigo y la leche han alcanzado récord históricos en el mercado internacional, el arroz se encuentra en su nivel más alto de los últimos diez años, el maíz y la soja también están por encima de los precios promedio de hace una década y la carne se ha disparado en muchos países. La era de la comida barata parece haber terminado. Con una demanda que excede la oferta, hay preocupación de una escasez inminente, en tanto que las reservas declinan y algunos países restringen la exportación de alimentos. No es raro que los precios de algunos alimentos aumenten repentinamente. Esto se debe generalmente a que las cosechas se ven afectadas por sequías o por algún tipo de plaga. Hay factores estructurales y de largo plazo que sugieren que los altos precios de los alimentos se mantendrán o incluso continuarán aumentando.
Los seres humanos al igual que el resto de los seres vivos necesitamos, además del agua que es vital, una variada y equilibrada alimentación fundamental para la vida. Tenemos que tener en cuenta que el planeta podría proporcionar a cada cual la ración de alimentos que necesita. Hasta el siglo XIX, las oleadas de hambre que diezmaban a enteras poblaciones procedían, por lo general, de causas naturales. Hoy día están más circunscritas y en la mayoría de los casos son producto del comportamiento humano. En una época en la que el hombre, mucho más que antes, tiene la posibilidad de afrontar el hambre, esta situación constituye una verdadera deshonra para la humanidad. La hambruna es una situación que se da cuando un país o zona geográfica no posee suficientes alimentos y recursos para proveer alimentos a la población, elevando la tasa de mortalidad debido al hambre y a la desnutrición.
El hambre es la pobreza llevada a su máxima expresión. Es un estado corporal esta producido por los estímulos que ejercen ciertas sustancias sobre nuestro cerebro.
Es la sensación que indica la necesidad de alimento y puede causar dolor en el estomago. Se estima que unos 842 millones de personas en el mundo sufren de hambre y desnutrición, es decir, 1 de cada 7 habitantes del planeta, una cantidad cerca de 100 veces mayor que el número de personas que efectivamente mueren por esas causas al año. La hambruna ha sido muy común a lo largo de la historia de la humanidad.
Las estadísticas oficiales dicen que:
24,000 personas mueren cada día de hambre.
1,200 millones de seres humanos no tienen acceso a agua potable.
1,000 millones carecen de vivienda estimable.
840 millones de personas mal nutridas.
200 millones son niños menores de cinco años.
2,000 millones de personas padecen anemia por falta de hierro.
880 millones de personas no tienen acceso a servicios básicos de salud.
2,000 millones de personas carecen de acceso a medicamentos esenciales.
La mayoría de las muertes por hambre se deben a desnutrición crónica. Y nos preguntamos, ¿cómo esto puede ser posible si el mundo produce comida más que suficiente para todos los seres humanos? A menudo sólo se necesitan unos pocos y sencillos recursos para que la gente pobre pueda cultivar los alimentos necesarios para volverse autosuficiente. Estos recursos incluyen semillas de calidad, herramientas adecuadas y acceso al agua. Muchos expertos en el tema del hambre opinan que, a fin de cuentas, la educación constituye la mejor manera de reducir el hambre. La gente que tiene acceso a la educación cuenta con los mejores medios para salir del círculo de pobreza que causa el hambre. Los países ricos responden bien cuando ocurre una catástrofe, pero lo que no han sabido hacer es ayudar a que se evite, no han ayudado a crear las condiciones para que los problemas del hambre endémica desaparezcan; o al menos no con el empeño necesario. Algunas causas de la hambruna son la sobrepoblación, la pobreza, la mala administración de la agricultura, la incompetencia o corrupción de los gobiernos de los países más pobres, las guerras, los genocidios, las limpiezas étnicas, las injustas leyes que rigen el comercio internacional, el cambio climático, las nuevas amenazas de el VIH/SIDA, la malaria y la tuberculosis, las situaciones económicas limitadas y la muerte de individuos que saben cultivar la tierra de las que las comunidades afectadas tardan años en recuperarse. No es sólo que el hambre cause enfermedad. Por cuantos más enfermos haya en una zona rural, menos posibilidades hay para trabajar en el campo y dar de comer a una familia. Con lo cual se crea un círculo vicioso enfermedad + hambre. Así se va hundiendo una familia, una comunidad, un país.
Uno de los grandes escándalos a nivel mundial, uno que todos reconocen pero pocos de los que podrían hacer algo al respecto abordan con la necesaria seriedad, es el de los subsidios que los agricultores de Estados Unidos y Europa reciben de sus Gobiernos. El Gobierno del presidente Bush usa las subvenciones agrícolas para poner en el mercado productos. Lo que es casi peor, inundan los propios países productores de algodón, cacao, trigo, café, maíz y azúcar con materia prima barata forzando continuamente a bajar el precio de dichas materias por debajo de su costo. Competencia desleal, lo que hace que los agricultores locales de estos países no puedan ni siquiera competir con los productos importados. Los europeos hacen exactamente lo mismo con otros productos. Estas reglas injustas de comercio constituyen una de las claves con más ramificaciones de por qué hay hambre. Los agricultores y ganaderos del Tercer Mundo no ganan para salir adelante; son vulnerables a episodios de sequía o violencia.
Hay que tener en cuenta que existe al menos una persona que pasa hambre y está a pocos kilómetros de distancia de donde usted vive. El hambre es sencillamente la pobreza llevada a su máxima expresión. Con lo cual, lógicamente, hay que combatir la pobreza, hay que dar a la gente los medios y las condiciones para que puedan enriquecerse. El hambre no es un problema de malas cosechas o de falta de tierra; es un problema con origen humano. Obedece a malas decisiones de determinadas personas, especialmente de las clases gobernantes. Cuanto más responsable y preparada sea la gente en el poder y cuanto más generosa sea la gente en los países cuyos problemas de su pervivencia elemental están resueltos, menos hambre habrá en el mundo.
El problema es que todo esto, como demuestra la historia de la especie, es mucho pedir. La paz y la justicia entrañan una dimensión económica que ayuda a resolver los problemas económicos mundiales y a liquidar el subdesarrollo. Esto ofrece una solución duradera y definitiva de el problema alimentario de todos los pueblos y con este fin, es necesario eliminar las amenazas, el recurso a la fuerza, aplicar los principios de no injerencia en los asuntos internos de otros países, plena igualdad de derechos, respeto de la independencia y soberanía nacionales y alentar la cooperación pacífica entre todos los países cualquiera que sean sus sistemas políticos, sociales y económicos. El mejoramiento continuo de las relaciones internacionales creará condiciones más favorables para la cooperación en todos los sectores, lo que hará posible, sin duda, que se usen grandes recursos financieros y materiales entre otras cosas para aumentar la producción agrícola y mejorar sustancialmente la seguridad alimenticia mundial. Para lograr una solución duradera del problema alimentario deberán hacerse todos los esfuerzos posibles por eliminar la brecha cada vez mayor que hoy separa a los países desarrollados de los países en desarrollo y por lograr un nuevo orden económico internacional. Todos los países deberían estar en condiciones de participar de manera activa y eficaz en las nuevas relaciones económicas internacionales mediante el establecimiento de sistemas internacionales adecuados, donde proceda, capaces de poner en marcha una acción apropiada, a fin de establecer relaciones justas y equitativas en la cooperación económica internacional. Una señal clara: el sueño de un mundo sin hambre se puede lograr. Hay que dar. No solo se trata de quejarse, ni se trata del "hay bendito" se trata de buscar soluciones al problema. Para ayudar, hay que educar a la humanidad a conservar el agua, a detener la deforestación, a promover la agricultura y el desarrollo rural. Para lograr esta meta se requiere la igualdad de derechos y una conciencia social. Un mundo sin hambre se puede lograr.

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