Nada hay más horrible que la guerra. Y dentro de la guerra, nada hay más horrible que utilizar niños como soldados. Se estima que más de 300.000 menores una tercera parte niñas- combaten en una treintena de conflictos en todo el mundo y que varios cientos de miles más son miembros de los ejércitos estatales o de los grupos armados de oposición. Y lo peor es que estas cifras se están incrementando. Las ONG y los organismos de Naciones Unidas luchan directamente contra esta situación denunciando los abusos que cometen las facciones en guerra: propician el endurecimiento de la legislación internacional, evitan los reclutamientos y facilitan la desmovilización y la reintegración de los ex combatientes mediante programas psicológicos y sociales sobre ellos y sobre sus comunidades, porque los niños son, ante todo, víctimas de los problemas de los adultos.
Los ejércitos reclutan niños por varias razones; la escasez de adultos, como ocurrió en la Alemania nazi al final de la II Guerra Mundial, es la principal, pero hay otras. Un desertor de la Resistencia Nacional de Mozambique (RENAMO), hoy el principal partido de la oposición desde la paz lograda en 1992, afirmaba que "no empleamos muchos adultos en el combate porque no son buenos soldados los niños tienen más vigor, luchan mejor por la supervivencia en los matorrales, no se quejan y siguen las directivas". Las armas modernas, baratas en Uganda un fusil de asalto AK-47 cuesta lo que un pollo-, ligeras y sencillas de manejar, también facilitan la incorporación a filas de los menores. Además, rara vez exigen una paga, pueden llegar a ser fieros y sanguinarios combatientes y, en la refriega, el enemigo se encuentra con el dilema de matarles o no. Toda guerra, ya sea justa o injusta, victoriosa o desastrosa, es siempre una guerra contra los niños. Los niños y niñas son las principales víctimas de cualquier guerra. Sufren heridas, la pérdida de familiares, la destrucción de sus casas, son más vulnerables a enfermedades. Quedan expuestos a grandes riesgos, como la explotación sexual y laboral o el reclutamiento por parte de los grupos armados. Se ven privados de su educación, ya que la supervivencia inmediata es más importante que ir a la escuela, muchos de ellos deben afrontar nuevas responsabilidades, como la de ganar un sustento o cuidar de sus hermanos y además en muchas ocasiones la estructura de los sistemas educativos se destruye. Niños soldados Miles de niños son reclutados en todo el mundo tanto por fuerzas gubernamentales como por grupos armados de oposición. La mayoría tiene entre 15 y 18 años, pero algunos no han cumplido siquiera los 10. Algunos niños luchan en primer línea, otros son usados como espías, mensajeros, guardianes, porteadores, sirvientes o incluso esclavos sexuales, a menudo se les emplea para colocar o retirar minas terrestres.
El problema de los niños soldados es más crítico en África y Asia, pero los niños son usados por ejércitos regulares y grupos armados en países de América, Europa y Oriente Medio. Algunos son reclutados a la fuerza, otros se alistan como consecuencia de guerras, marginación, etc.
La facilidad para conseguir armas ligeras hace que los niños puedan convertirse fácilmente en eficientes combatientes. Tanto gobiernos como grupos armados usan a los niños porque son obedientes y no cuestionan las órdenes. Algunas veces se les suministra drogas o alcohol para que sean más feroces combatientes. Las niñas, además, corren gran riesgo de sufrir agresiones o abusos sexuales. Cada vez es mayor el consenso internacional para acabar con este abuso, que es considerado un crimen de guerra por el Tribunal Penal Internacional. El reclutamiento y utilización de niñas y niños como soldados constituye una grave violación a sus derechos humanos, tal como se recogen en la Convención de Naciones Unidas sobre los Derechos del Niño (CDN) y Protocolo Facultativo de la Convención de los Derechos del Niño relativo a la participación de menores en conflictos armados. cada conflicto tiene un origen y un desarrollo distintos que afectan a la participación de los menores. No es lo mismo ser hijo de guerrilleros del Frente Moro de Liberación de Filipinas, que ser kuwaití durante la Guerra del Golfo o quemar cabinas y autobuses en Euskadi. Ya sea por causas económicas, religiosas, étnicas, culturales o de cualquier otro tipo, cada guerra es diferente y tiene sus propias características. La gran mayoría de los niños soldado han ingresado voluntariamente en sus respectivos movimientos armados. La necesidad, las expectativas, el ambiente familiar, la ideología, la religión y otros componentes de su experiencia vital, sutiles y difíciles de resistir, acostumbran a ser las causas que les llevan a participar en las hostilidades.
Por norma general, los niños comienzan realizando grandes tareas de apoyo: cargan y descargan, preparan la comida, vigilan a los prisioneros... Pero cuando hacen falta combatientes son enviados al frente sin miramientos.
Los ejércitos reclutan niños por varias razones; la escasez de adultos, como ocurrió en la Alemania nazi al final de la II Guerra Mundial, es la principal, pero hay otras. Un desertor de la Resistencia Nacional de Mozambique (RENAMO), hoy el principal partido de la oposición desde la paz lograda en 1992, afirmaba que "no empleamos muchos adultos en el combate porque no son buenos soldados los niños tienen más vigor, luchan mejor por la supervivencia en los matorrales, no se quejan y siguen las directivas". Las armas modernas, baratas en Uganda un fusil de asalto AK-47 cuesta lo que un pollo-, ligeras y sencillas de manejar, también facilitan la incorporación a filas de los menores. Además, rara vez exigen una paga, pueden llegar a ser fieros y sanguinarios combatientes y, en la refriega, el enemigo se encuentra con el dilema de matarles o no. Toda guerra, ya sea justa o injusta, victoriosa o desastrosa, es siempre una guerra contra los niños. Los niños y niñas son las principales víctimas de cualquier guerra. Sufren heridas, la pérdida de familiares, la destrucción de sus casas, son más vulnerables a enfermedades. Quedan expuestos a grandes riesgos, como la explotación sexual y laboral o el reclutamiento por parte de los grupos armados. Se ven privados de su educación, ya que la supervivencia inmediata es más importante que ir a la escuela, muchos de ellos deben afrontar nuevas responsabilidades, como la de ganar un sustento o cuidar de sus hermanos y además en muchas ocasiones la estructura de los sistemas educativos se destruye. Niños soldados Miles de niños son reclutados en todo el mundo tanto por fuerzas gubernamentales como por grupos armados de oposición. La mayoría tiene entre 15 y 18 años, pero algunos no han cumplido siquiera los 10. Algunos niños luchan en primer línea, otros son usados como espías, mensajeros, guardianes, porteadores, sirvientes o incluso esclavos sexuales, a menudo se les emplea para colocar o retirar minas terrestres.
El problema de los niños soldados es más crítico en África y Asia, pero los niños son usados por ejércitos regulares y grupos armados en países de América, Europa y Oriente Medio. Algunos son reclutados a la fuerza, otros se alistan como consecuencia de guerras, marginación, etc.
La facilidad para conseguir armas ligeras hace que los niños puedan convertirse fácilmente en eficientes combatientes. Tanto gobiernos como grupos armados usan a los niños porque son obedientes y no cuestionan las órdenes. Algunas veces se les suministra drogas o alcohol para que sean más feroces combatientes. Las niñas, además, corren gran riesgo de sufrir agresiones o abusos sexuales. Cada vez es mayor el consenso internacional para acabar con este abuso, que es considerado un crimen de guerra por el Tribunal Penal Internacional. El reclutamiento y utilización de niñas y niños como soldados constituye una grave violación a sus derechos humanos, tal como se recogen en la Convención de Naciones Unidas sobre los Derechos del Niño (CDN) y Protocolo Facultativo de la Convención de los Derechos del Niño relativo a la participación de menores en conflictos armados. cada conflicto tiene un origen y un desarrollo distintos que afectan a la participación de los menores. No es lo mismo ser hijo de guerrilleros del Frente Moro de Liberación de Filipinas, que ser kuwaití durante la Guerra del Golfo o quemar cabinas y autobuses en Euskadi. Ya sea por causas económicas, religiosas, étnicas, culturales o de cualquier otro tipo, cada guerra es diferente y tiene sus propias características. La gran mayoría de los niños soldado han ingresado voluntariamente en sus respectivos movimientos armados. La necesidad, las expectativas, el ambiente familiar, la ideología, la religión y otros componentes de su experiencia vital, sutiles y difíciles de resistir, acostumbran a ser las causas que les llevan a participar en las hostilidades.
Por norma general, los niños comienzan realizando grandes tareas de apoyo: cargan y descargan, preparan la comida, vigilan a los prisioneros... Pero cuando hacen falta combatientes son enviados al frente sin miramientos.
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