Pedro Albizu Campos


Don Pedro Albizu Campos nació el 29 de junio de 1893 en el Barrio Tenerías de Ponce. Cursó su instrucción primaria y secundaria en las escuelas Públicas de Juana Diaz y Ponce. Por ser excepcionalmente brillante, obtuvo una beca para continuar estudios en los Estados Unidos.
Allí se distinguió el joven estudiante de tal manera que le fue otorgada otra beca para que continuara sus estudios en la Universidad de Harvard (1913). En Harvard Albizu Campos demostró la misma extraordinaria habilidad para aprender y el maravilloso talento natural que había desplegado en Puerto Rico y en Vermont. En la universidad de Harvard fue becado por la propia universidad, y allí se graduó de ingeniería Química, Letras y Filosofía, y Derecho.
Se graduó de Ciencias Militares en la Academia Militar de Massachussetts. También en Harvard, cuando Estados Unidos entró en la Primera Guerra Mundial, estudió ciencia Militar bajo la dirección de un grupo de oficiales del Estado Mayor Francés, graduándose con el rango de Primer teniente de infantería.
Además de español e inglés, hablaba con fluidez el francés, el alemán, el portugués y el Italiano; también poseía un sólido conocimiento de las lenguas madres: el griego y el latín.
Al recibirse de abogado rechazó una plaza de ayudante en el Tribunal Supremo de Estados Unidos. Se le hizo otra oferta: servir en el campo diplomático, con el Departamento de Estado de los Estados Unidos, en la Comisión de Límites con México, pero Albizu Campos contestó que agradecía la oferta pero debía regresar a su Patria porque entendía que era su deber dar a sus compatriotas todo lo que había aprendido.
Cuando regresa a Puerto Rico en el 1921, todos los elementos que combinaban su extraordinaria personalidad estaban listos para proyectarse en la historia de Puerto Rico. La mezcla de catolicismo y patriotismo, de misticismo y abnegación, de valor y sacrificio, típicos del nacionalismo irlandés; el grado de materialismo práctico necesario para abordar objetivamente la política conocimientos históricos, filosóficos y militares al igual que una concepción providencialista de la historia.
Ese mismo año ingresó en el Partido Unión de Puerto Rico, de carácter independentista, pero lo abandonó al poco tiempo para unirse al recién creado Partido Nacionalista de José Coll y Cuchí, del que Albizu fue nombrado primer vicepresidente en 1925. Bajo su influencia dicho partido abogó por una lucha activa en favor de la independencia de Puerto Rico, pero las dificultades eran muchas y Albizu se vio obligado a enviar a su familia al Perú (país natal de su esposa Laura Meneses), vender todas sus propiedades e iniciar un largo periplo de casi tres años que le llevó por las Antillas, América Central, México y Venezuela para dar a conocer y recabar apoyos a su causa, así como para fomentar la solidaridad política entre los países latinoamericanos.
En 1927 fundó en Cuba la Junta Nacional Pro Independencia de Puerto Rico y en 1930 regresó finalmente a la isla junto a su familia dispuesto a liderar de manera activa el movimiento independentista. Ese mismo año fue nombrado presidente del Partido Nacionalista, al que orientó hacia la lucha revolucionaria como medio para alcanzar sus objetivos; predicó el retraimiento en las elecciones por considerarlo un mecanismo al servicio del opresor.
En 1933 dirigió con éxito una huelga contra las empresas que ostentaban el monopolio eléctrico de la isla, Puerto Rico Railway y Light and Power Company, y al año siguiente hizo lo propio frente a los intereses de las compañías azucareras. El recrudecimiento de las actividades del partido motivaron la respuesta violenta por parte de las autoridades, con episodios como la "Masacre de Río Piedras" dirigida por el jefe de policía Francis Riggs en octubre de 1935 o el asesinato de Hiram Rosado y Elías Beauchamp, y finalmente la desarticulación total del movimiento con el propio encarcelamiento de Albizu junto al de los principales líderes independentistas en la cárcel de la Princesa en 1936.
Juzgado y condenado a diez años de prisión por el delito de sedición, fue trasladado a la cárcel federal de Atlanta. En 1943 enfermó gravemente y tuvo que ser ingresado en el Hospital Columbus de Nueva York, centro en el que permaneció hasta casi el final de la condena. Regresó a su tierra natal en 1947.
El atentado de un grupo independentista el 1 de noviembre de 1950 contra la Casa Blair de Washington (residencia en ese momento del presidente Harry Truman, por hallarse la Casa Blanca en obras) le llevó nuevamente a prisión. Durante esta segunda condena, como experimento o con el simple propósito de causarle la muerte, fue expuesto a radiaciones radioactivas que mermaron seriamente su salud. El gobernador Luis Muñoz le concedió el indulto en 1953; Albizu lo rechazó y fue expulsado de la cárcel. El indulto le fue revocado tras otro atentado nacionalista en el Congreso estadounidense en marzo de 1954.
En marzo de 1956 sufrió un ataque cerebral que le paralizó el lado derecho y le dejó sin habla, a pesar de los cual no recibió asistencia médica hasta pasados cinco días. En 1964, pocos meses antes de su muerte, recibió el indulto definitivo. El traslado de su féretro al cementerio de San Juan se convirtió en una ceremonia de homenaje por parte de miles de compatriotas. Admirado por muchos que lo consideran un héroe nacional y denostado por algunos otros debido al empleo de métodos violentos para conseguir sus objetivos, la figura de Albizu Campos es una de las más controvertidas de la historia puertorriqueña.

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