El uso de las drogas en la mayoría de las sociedades, sólo estaba destinado para los médicos, chamanes, brujos y aquellos que eran personajes importantes dentro de la tribu o la comunidad. No todos tenían libre acceso, ya que se consideraba una profanación para las fuerzas espirituales que se liberaban con su ingestión y solo se podía hacer en rituales festivos o con el permiso del hechicero de la tribu. Sin embargo, es hasta principios del siglo XX donde la política inicia una serie de gestiones, primero en Estados Unidos y luego por implementación e imposición económica de ellos mismos en el resto del mundo, siendo un médico casado con una dama de sociedad llamado H. Wright quien fuera un fogoso colaborador del partido prohibicionista y quien impulsara la prohibición del opio y cocaína que hasta esos momentos eran sumamente importantes dentro de la farmacéutica popular, además de D. Harrison un abogado de querer prohibir "la coca-cola y pepsi-cola, esas bebidas que consumen los negros del sur", años después el señor Wright moría lleno de amargura y de alcoholismo, un narcótico que no quiso prohibir porque le gustaba machismo. La política de racismo siempre ha operado a favor del poderoso y la economía que le sustenta y Estados Unidos siempre se ha caracterizado por manipular a su sociedad que en promedio es muy ignorante e intolerante, de tal manera que siempre existe un enemigo latente que le quiere quitar su libertad. En la 1ª Guerra mundial los alemanes y los japoneses, luego más tarde, los terroristas árabes o irakíes, desde luego los comunistas rusos y cubanos y para siempre los espalda-mojadas ó greasers. Los pachucos, es decir los mexicanos que simplemente por tener una cultura distinta y milenaria les provocamos temor y por lo tanto, su intimo deseo es que todo mundo sea como ellos. En la actualidad los enemigos son los narcos. En los principios de la prohibición y regulación farmacéutica, ya que la mayoría de los médicos recetaban para diferentes enfermedades derivadas del opio y la cocaína, se buscaba el control económico por una parte de la incipiente industria farmacéutica y por la otra, el eterno control moral de aquellas personas que veían en el disfrute del otro un peligro para su seguridad. Es así, como en una época de los Estados Unidos donde fumar tabaco en público era ilegal en 28 estados de esa nación "el cigarrillo es lo más destructivo para el alma, lo más subversivo para las buenas costumbres: la lucha contra el tabaco es una lucha por la civilización", que comienza la lucha de las drogas. Un argumento que era afanosamente repetido era que "las estadísticas mostraban que los negros que ingerían cocaína o fumaban opio tenían una incidencia muy alta en la violación de blancas" además que la actitud de los adictos negros era recurrente de la violencia y por supuesto de la delincuencia. Sin embargo, la mayoría de los adictos en las primeras décadas del Siglo XX en Estados Unidos eran "yatrogénicos" es decir, gente que estaba íntimamente relacionada con la medicina, claro que eran médicos, enfermeros, farmacéuticos y ya que los negros eran considerados no ciudadanos, podemos mencionar que los argumentos vertidos en contra de ellos eran incorrectos. Sin embargo, la Ley cuya iniciativa era lograr "la meta del proyecto de Ley es traer todo el tráfico y el abuso de drogas a la luz del día, y crear con ello, una opinión pública contra su empleo" es aprobada el 14 de diciembre de 1914 y solo trataba en principio de "reglamentar el registro y tributación de substancias que seguirán fabricándose y usándose, sin otras limitaciones que las previstas por el estamento médico". Era pues una Ley administrativa sin ninguna conotación penal y que al principio tuvo muchos problemas jurídicos para su aplicación. Es hasta 1919 que junto con la Ley seca, que trata de bebidas embriagantes (y que todos conocemos por Elliot Ness y Al Capone) que el vigor político y moral hacen que la Ley Harrison adquiera preceptos legales de índole judicial y penal. Sin embargo, el Doctor L. Kolb director del Health Service Federal cuestiona aún la vigencia de la Ley Harrison cuando se le preguntó sobre el nexo entre los "narcóticos" y el crimen, repuso que los principales narcóticos eran el eter, el cloroformo y el gas de los dentistas, y que si bien en Europa habían causado ciertas conductas desordenadas, en Estados Unidos no tenía noticias de abuso. Intimidado a que respondiese a la audiencia del Congreso sobre la conexión entre el uso del opio y el crimen se limitó a contestar: "Hay más violencia en tres kilos de alcohol que en una tonelada de opio"
Y esta respuesta, me hace recordar el festival de Woostoockd en 1969 a las afueras de Nueva York donde se reúnen más de medio millón de personas en la culminación de la época hippie sin ningún incidente de violencia o criminal que se pueda percibir en la película del mismo estilo. Y acaso no hemos visto o leído que la boda, los quinceaños o la fiesta termina con un saldo de uno o varios muertos, por el excesivo consumo de alcohol que devino en zafarrancho. Sin embargo, la moral prohibicionista de los años 20 en Estados Unidos utiliza cualquier tipo de publicidad negativa para lograr sus fines y durante el primer trimestre de 1919 aparece un artículo en el New York Times que pregoniza "cocer en aceite", a los médicos culpables de proveer a adictos" y su autor mantiene que el opio, la morfina y la cocaína son drogas antiamericanas, unas por corresponder a pueblos incivilizados y otras por simbolizar a los alemanes.. También se acusa de adictos a los bolcheviques y anarquistas, a los sindicalistas y a todos aquellos que aumentan sus fobias. Unos meses después , el 17 de enero de 1920 la radio y los periódicos anuncian la entrada en vigor de la Ley seca y el Senador A. Volstead, promotor de la Ley, exclama:
"Esta noche, un minuto después de las doce, nacerá una nueva nación. El demonio de la bebida hace testamento, se inicia una era de ideas claras y limpios modales. Los barrios bajos serán pronto cosa del pasado. Las cárceles y correccionales quedarán vacíos; los transformaremos en graneros y fábricas, todos los hombres volverán a caminar erguidos, sonreirán todas las mujeres y reirán todos los niños. Se cerraron para siempre las puertas del infierno". Si, se cerraron las puertas del infierno . . . pero todos hemos quedado dentro, se podría decir, verdad? Y entonces nace una era de corrupción, delincuencia, mercado negro y muertes como ninguna guerra ha tenido. Nacieron entonces, los Al Capone, los Baby Face, los Bugsy Walone, toda la serie de padrinos y nuevos ricos que se mezclan en política. Se cuenta que el padre de la dinastía de los Kennedy, un inmigrante irlandés, se relaciona con traficantes de Whisky y se enriquece con la clase política de los demócratas. Son los años de la Ley seca donde se prohíbe el uso medicinal del whisky y del coñac y solo se permite el vino para los ritos de la iglesia católica. Así mismo como la ley seca crea Al Capone, la ley Harrison indica R.A. Schless.
"Creo que la mayor parte de la adicción a drogas hoy en día se debe directamente a la ley Harrison, que prohíbe la vente de narcóticos sin la receta de un medico los adictos arruinados actúan como agente provocateurs para los traficantes, siendo recompensados con regalos de heroína o suministros a crédito. La ley de Harrison creo el traficante de drogas, y el traficante crea adictos".
13 años después, en 1933 la enmienda XXI deroga la ley Volstead ya que "una abrumadora corrupción, la industria, la hipocresía, la creación de grandes delincuentes y la fundación del crimen organizado", es decir la ley seca había terminado pero medio millón de personas permanecen encarceladas, miles de muertos en tiroteos, miles de familias destruidas, 250 000 personas enfermas por las adulteraciones etílicas y nadie, es decir nadie es responsable de lo sucedido. Y sin embargo en 1937 entra la ley del impuesto al cáñamo (Producto de la marihuana) que esta en vigencia hasta ahora.
Es decir la guerra de las drogas ha empezado y como en todas las guerras las que pierden son las mujeres, las madres, las esposas, las novias, las hijas, las reproductoras de una sociedad hipócrita moralista pero económicamente destructiva, la sociedad gabacha, gringa, capitalista por excelencia y guerrera e invasora desde constitución, la primera potencia puanetaria.
La guerra de las drogas:
Desde 1919 se le dio luz verde a la represión dentro de Estados Unidos, como estrategia para controlar el uso farmacéutico, consumo, producción y transportación y posesión de opio y cocaína así, como morfina y heroína. A partir de entonces han muerto miles de personas en tirones de la mafia, miles han sido encarceladas y otros miles mas han muerto por la mala calidad de las drogas distribuidas en el mercado negro por la mafia, además de que políticos, policías, empresarios y jueces han sido corrompidos por el poder del dinero ilícito. Mientras tanto en Europa y el resto del mundo era casi nueva la legislación acerca de las drogas y el tratamiento en el mayor de los casos eran bajo una supervisión medica, así es como en Inglaterra él numero de adictos a las drogas derivadas del opio se mantenían estables y no se conocía ninguna muerte por sobredosis o relacionada con el trafico, consumo o posesión de narcóticos. El ejemplo que dio al mundo la ley seca impuesta en Estados Unidos de 1920 a 1933 no fue suficiente para demostrar que la prohibición no es la solución para controlar ninguna substancia que altere subjetivamente la personalidad del consumidor. Sin embrago para aquellos que las drogas son literalmente la materialización del demonio, no hay otra solución que el exterminio del fenómeno, aun incluso cuando el país que certifique a los demás países por su buen comportamiento en la lucha contra las drogas, no pueda hacer eso mismo al interno de su territorio. En la actualidad Estados Unidos además de ser el primer consumidor de drogas, es productor importante de marihuana y realiza a través del City Bank operaciones de lavado de dinero de manera espectacular. A partir de 1937 con el acta del impuesto al cáñamo y con la recesión que se produjo en 1929, los norteamericanos comenzaron a buscar en la marihuana otro de sus enemigos perversos y sobre todo por aquellas cantidades de inmigrantes hispanoparlantes que se organizaban alrededor de un cigarro de marihuana y cometían tropelías y vejaciones eran actualmente peligrosos para la sociedad de Nueva Orleans donde comenzó la 2° parte de una lucha que hoy se libra en Bolivia, Perú; México, Afganistán, Indonesia, Turquía y otros países productores de hachis, opio, marihuana y demás narcóticos... Pero esta guerra no se da en Estados Unidos. Gustavo de Greiff (Embajador de Colombia en México y responsable de la muerte de Pablo Escobar Gaviria en 1993 zar de la cocaína) mencionaba sobre los resultados de sus operativos antinarcoticos: "Hemos acabado con el Cartel que encabezaba el Señor Rodríguez Gacha, tuvimos éxito destruyendo el Cartel de Medellín, lo mismo en el desmantelamiento del Cartel del Cali, pero el problema consiste en que la droga sigue llegando a los países desarrollados, a los países consumidores". Actualmente, según la National Drung Control Strategy, se destinan 11 millones de dólares al combate represivo de las drogas mas 5mil millones para la reducción de la demanda, lo que quiere decir que de 1990 al año 2000 se gastaron la cantidad de 160 000 000 dólares, con los resultados que podemos leer en cualquier periódico de cualquier día: la demanda crece y alguien tiene que proveer la mercancía. Siendo Fiscal General de la Nación en Colombia, Gustavo de Greiff opina " Así que, creyendo que el combate mas efectivo contra el narcotrafico estaría en arruinarles el negocio y que la mejor forma de arruinárselos es naturalmente la regularización legal de su actividad, lo propuse y desgraciadamente no ha sido aceptado". Estados Unidos siempre ha sido un país intervencionista, basta revisar la historia latinoamericana para ver que país ha sufrido por lo menos alguna intervención militar, desde luego que ahora las intervenciones son por medios económicos a través del Fondo Monetario del Banco Mundial y sin embargo aun se dan intervenciones militares disfrazadas de ayuda y cooperación contra el narcotráfico como en el caso de Colombia.
Por lo tanto, una política de control medico no le interesa a Estados Unidos a pesar de que "En 1995 Colombia invirtió 284 millones de dólares directamente en la lucha en contra del narcotráfico mientras que la ayuda de los EU. fue de 15 millones de dólares. No obstante que expertos de la Rand Corporation de Estados Unidos dice que dedicar 34 millones de dólares al tratamiento de consumidores de cocaína reduciría el consumo en la misma proporción que lo hacen 366 millones de dólares invertidos en represión". Y por otra parte, las Mafias o Carteles de la droga están filtradas en las oligarquías económicas y políticas, recordemos el caso del Senador Republicano en Washington con profesión de Crack o los anexos de Raúl salinas de Gortari (no probados) con Amado Carrillo Fuentes, o vemos las películas del Padrino I, II y III o la recién galardonada "Traffic" y bastara para darnos cuenta que el poder corrompe y ya corrupto no importa de donde obtiene dinero, se acuerdan de Al Pacino en Scarface? Finalmente de Greiff menciona "En la gente que esta envuelta en la política represiva, hay de todo: honestos que piensan que las drogas son malas y cualquier uso, así sea eventual, debe castigarse pero también dentro de ese grupo hay mucha gente de mala fe que vive del negocio. Al policía corrupto, al militar, al operador de aeropuerto, al banquero que lava el dinero, naturalmente no les interesa la legalización porque se les acaba la fuente de dinero ilícito. A muchos individuos de las agencias de combate a las drogas, tampoco les interesa que se acabe la represión porque van a perder su puesto". Luego entonces, la guerra a las drogas es una guerra equivocada y perdida de antemano porque supongo que siempre va haber drogas y por supuesto consumidores y todos aquellos ritos de culturas chamanicas y milenarias tienen derecho a permanecer y ser respetadas dentro de un contexto de conocimiento científico acorde con el desarrollo de la evolución de un ser racional. Ya es tiempo de utilizar sentido común en la guerra contra las drogas. Estados Unidos gasta más de 30 mil millones de dólares al año en esa guerra, en la que un millón y medio de personas son arrestadas cada año. Pero 78 millones de personas dicen haber consumido drogas y 80% de los jóvenes menores de 20 años dicen que es muy fácil adquirirlas. Para los que quieren ver es evidente que no avanzamos en esa guerra. La realidad es que la guerra contra las drogas ha sido un trágico fracaso, desde muchos puntos de vista. Considere los siguientes hechos:
1. La prohibición fomenta el delito, de la misma manera como ocurrió con el licor en los años 20. Los adictos se ven forzados a delinquir para financiar un hábito que les costaría una fracción si fuese legal. Fuentes policiales estiman que hasta el 50% de los robos en las ciudades grandes son efectuados por drogadictos. Cuando se incumplen los contratos en el mercado negro de las drogas, los resultados suelen ser sanciones violentas, lo cual conduce a tiroteos en las calles.
2. La prohibición de las drogas canaliza más de 40 mil millones de dólares al bajo mundo. La prohibición de las bebidas alcohólicas hizo que empresas serias se dedicaran a otras actividades, mientras que otras desaparecieron. Eso dejó el negocio en mano de las mafias. Si las drogas fueran legalizadas, las mafias perderían miles de millones de dólares y las drogas serían vendidas por empresas legítimas, en un mercado abierto.
3. La prohibición es un ejemplo clásico de lanzarle dinero a un problema. El gobierno federal gastó 16 mil millones de dólares el año pasado tratando infructuosamente de hacer cumplir la ley. A medida que aumenta el consumo, el gobierno le dice a los contribuyentes que necesita más dinero para redoblar el esfuerzo. Cuando el consumo baja, se le dice a los contribuyentes que sería un error bajar la guardia, en momentos en que se avanza. Sean las noticias buenas o malas, se aumentan las erogaciones.
4. Las drogas han convertido a nuestros centros urbanos en campos de batalla. Las leyes antidrogas han creado una subcultura criminal en los barrios pobres. Las inmensas utilidades que el narcotráfico produce es un imán para quienes no les importa actuar al margen de la ley y para los que sienten que no tienen futuro en otra actividad. Los narcotraficantes son la gente más exitosa en los barrios, con los mejores trajes, más vistosos automóviles y atractivas mujeres. Y la guerra contra las drogas imposibilita la paz y la prosperidad en esos barrios.
5. La guerra contra las drogas destruye a las familias. Muchos padres son apartados de sus hijos al ser condenados por posesión de marihuana, por vender unas pocas onzas de drogas o por otras ofensas no violentas.
6. La guerra contra las drogas ha fomentado las violaciones de nuestras libertades civiles. Al tratar de ganar una guerra perdida se graban conversaciones, agentes incitan a cometer delitos, se decomisan propiedades y se cometen muchos otros abusos. En los casos más tristes, inocentes resultan muertos.
Y esta respuesta, me hace recordar el festival de Woostoockd en 1969 a las afueras de Nueva York donde se reúnen más de medio millón de personas en la culminación de la época hippie sin ningún incidente de violencia o criminal que se pueda percibir en la película del mismo estilo. Y acaso no hemos visto o leído que la boda, los quinceaños o la fiesta termina con un saldo de uno o varios muertos, por el excesivo consumo de alcohol que devino en zafarrancho. Sin embargo, la moral prohibicionista de los años 20 en Estados Unidos utiliza cualquier tipo de publicidad negativa para lograr sus fines y durante el primer trimestre de 1919 aparece un artículo en el New York Times que pregoniza "cocer en aceite", a los médicos culpables de proveer a adictos" y su autor mantiene que el opio, la morfina y la cocaína son drogas antiamericanas, unas por corresponder a pueblos incivilizados y otras por simbolizar a los alemanes.. También se acusa de adictos a los bolcheviques y anarquistas, a los sindicalistas y a todos aquellos que aumentan sus fobias. Unos meses después , el 17 de enero de 1920 la radio y los periódicos anuncian la entrada en vigor de la Ley seca y el Senador A. Volstead, promotor de la Ley, exclama:
"Esta noche, un minuto después de las doce, nacerá una nueva nación. El demonio de la bebida hace testamento, se inicia una era de ideas claras y limpios modales. Los barrios bajos serán pronto cosa del pasado. Las cárceles y correccionales quedarán vacíos; los transformaremos en graneros y fábricas, todos los hombres volverán a caminar erguidos, sonreirán todas las mujeres y reirán todos los niños. Se cerraron para siempre las puertas del infierno". Si, se cerraron las puertas del infierno . . . pero todos hemos quedado dentro, se podría decir, verdad? Y entonces nace una era de corrupción, delincuencia, mercado negro y muertes como ninguna guerra ha tenido. Nacieron entonces, los Al Capone, los Baby Face, los Bugsy Walone, toda la serie de padrinos y nuevos ricos que se mezclan en política. Se cuenta que el padre de la dinastía de los Kennedy, un inmigrante irlandés, se relaciona con traficantes de Whisky y se enriquece con la clase política de los demócratas. Son los años de la Ley seca donde se prohíbe el uso medicinal del whisky y del coñac y solo se permite el vino para los ritos de la iglesia católica. Así mismo como la ley seca crea Al Capone, la ley Harrison indica R.A. Schless.
"Creo que la mayor parte de la adicción a drogas hoy en día se debe directamente a la ley Harrison, que prohíbe la vente de narcóticos sin la receta de un medico los adictos arruinados actúan como agente provocateurs para los traficantes, siendo recompensados con regalos de heroína o suministros a crédito. La ley de Harrison creo el traficante de drogas, y el traficante crea adictos".
13 años después, en 1933 la enmienda XXI deroga la ley Volstead ya que "una abrumadora corrupción, la industria, la hipocresía, la creación de grandes delincuentes y la fundación del crimen organizado", es decir la ley seca había terminado pero medio millón de personas permanecen encarceladas, miles de muertos en tiroteos, miles de familias destruidas, 250 000 personas enfermas por las adulteraciones etílicas y nadie, es decir nadie es responsable de lo sucedido. Y sin embargo en 1937 entra la ley del impuesto al cáñamo (Producto de la marihuana) que esta en vigencia hasta ahora.
Es decir la guerra de las drogas ha empezado y como en todas las guerras las que pierden son las mujeres, las madres, las esposas, las novias, las hijas, las reproductoras de una sociedad hipócrita moralista pero económicamente destructiva, la sociedad gabacha, gringa, capitalista por excelencia y guerrera e invasora desde constitución, la primera potencia puanetaria.
La guerra de las drogas:
Desde 1919 se le dio luz verde a la represión dentro de Estados Unidos, como estrategia para controlar el uso farmacéutico, consumo, producción y transportación y posesión de opio y cocaína así, como morfina y heroína. A partir de entonces han muerto miles de personas en tirones de la mafia, miles han sido encarceladas y otros miles mas han muerto por la mala calidad de las drogas distribuidas en el mercado negro por la mafia, además de que políticos, policías, empresarios y jueces han sido corrompidos por el poder del dinero ilícito. Mientras tanto en Europa y el resto del mundo era casi nueva la legislación acerca de las drogas y el tratamiento en el mayor de los casos eran bajo una supervisión medica, así es como en Inglaterra él numero de adictos a las drogas derivadas del opio se mantenían estables y no se conocía ninguna muerte por sobredosis o relacionada con el trafico, consumo o posesión de narcóticos. El ejemplo que dio al mundo la ley seca impuesta en Estados Unidos de 1920 a 1933 no fue suficiente para demostrar que la prohibición no es la solución para controlar ninguna substancia que altere subjetivamente la personalidad del consumidor. Sin embrago para aquellos que las drogas son literalmente la materialización del demonio, no hay otra solución que el exterminio del fenómeno, aun incluso cuando el país que certifique a los demás países por su buen comportamiento en la lucha contra las drogas, no pueda hacer eso mismo al interno de su territorio. En la actualidad Estados Unidos además de ser el primer consumidor de drogas, es productor importante de marihuana y realiza a través del City Bank operaciones de lavado de dinero de manera espectacular. A partir de 1937 con el acta del impuesto al cáñamo y con la recesión que se produjo en 1929, los norteamericanos comenzaron a buscar en la marihuana otro de sus enemigos perversos y sobre todo por aquellas cantidades de inmigrantes hispanoparlantes que se organizaban alrededor de un cigarro de marihuana y cometían tropelías y vejaciones eran actualmente peligrosos para la sociedad de Nueva Orleans donde comenzó la 2° parte de una lucha que hoy se libra en Bolivia, Perú; México, Afganistán, Indonesia, Turquía y otros países productores de hachis, opio, marihuana y demás narcóticos... Pero esta guerra no se da en Estados Unidos. Gustavo de Greiff (Embajador de Colombia en México y responsable de la muerte de Pablo Escobar Gaviria en 1993 zar de la cocaína) mencionaba sobre los resultados de sus operativos antinarcoticos: "Hemos acabado con el Cartel que encabezaba el Señor Rodríguez Gacha, tuvimos éxito destruyendo el Cartel de Medellín, lo mismo en el desmantelamiento del Cartel del Cali, pero el problema consiste en que la droga sigue llegando a los países desarrollados, a los países consumidores". Actualmente, según la National Drung Control Strategy, se destinan 11 millones de dólares al combate represivo de las drogas mas 5mil millones para la reducción de la demanda, lo que quiere decir que de 1990 al año 2000 se gastaron la cantidad de 160 000 000 dólares, con los resultados que podemos leer en cualquier periódico de cualquier día: la demanda crece y alguien tiene que proveer la mercancía. Siendo Fiscal General de la Nación en Colombia, Gustavo de Greiff opina " Así que, creyendo que el combate mas efectivo contra el narcotrafico estaría en arruinarles el negocio y que la mejor forma de arruinárselos es naturalmente la regularización legal de su actividad, lo propuse y desgraciadamente no ha sido aceptado". Estados Unidos siempre ha sido un país intervencionista, basta revisar la historia latinoamericana para ver que país ha sufrido por lo menos alguna intervención militar, desde luego que ahora las intervenciones son por medios económicos a través del Fondo Monetario del Banco Mundial y sin embargo aun se dan intervenciones militares disfrazadas de ayuda y cooperación contra el narcotráfico como en el caso de Colombia.
Por lo tanto, una política de control medico no le interesa a Estados Unidos a pesar de que "En 1995 Colombia invirtió 284 millones de dólares directamente en la lucha en contra del narcotráfico mientras que la ayuda de los EU. fue de 15 millones de dólares. No obstante que expertos de la Rand Corporation de Estados Unidos dice que dedicar 34 millones de dólares al tratamiento de consumidores de cocaína reduciría el consumo en la misma proporción que lo hacen 366 millones de dólares invertidos en represión". Y por otra parte, las Mafias o Carteles de la droga están filtradas en las oligarquías económicas y políticas, recordemos el caso del Senador Republicano en Washington con profesión de Crack o los anexos de Raúl salinas de Gortari (no probados) con Amado Carrillo Fuentes, o vemos las películas del Padrino I, II y III o la recién galardonada "Traffic" y bastara para darnos cuenta que el poder corrompe y ya corrupto no importa de donde obtiene dinero, se acuerdan de Al Pacino en Scarface? Finalmente de Greiff menciona "En la gente que esta envuelta en la política represiva, hay de todo: honestos que piensan que las drogas son malas y cualquier uso, así sea eventual, debe castigarse pero también dentro de ese grupo hay mucha gente de mala fe que vive del negocio. Al policía corrupto, al militar, al operador de aeropuerto, al banquero que lava el dinero, naturalmente no les interesa la legalización porque se les acaba la fuente de dinero ilícito. A muchos individuos de las agencias de combate a las drogas, tampoco les interesa que se acabe la represión porque van a perder su puesto". Luego entonces, la guerra a las drogas es una guerra equivocada y perdida de antemano porque supongo que siempre va haber drogas y por supuesto consumidores y todos aquellos ritos de culturas chamanicas y milenarias tienen derecho a permanecer y ser respetadas dentro de un contexto de conocimiento científico acorde con el desarrollo de la evolución de un ser racional. Ya es tiempo de utilizar sentido común en la guerra contra las drogas. Estados Unidos gasta más de 30 mil millones de dólares al año en esa guerra, en la que un millón y medio de personas son arrestadas cada año. Pero 78 millones de personas dicen haber consumido drogas y 80% de los jóvenes menores de 20 años dicen que es muy fácil adquirirlas. Para los que quieren ver es evidente que no avanzamos en esa guerra. La realidad es que la guerra contra las drogas ha sido un trágico fracaso, desde muchos puntos de vista. Considere los siguientes hechos:
1. La prohibición fomenta el delito, de la misma manera como ocurrió con el licor en los años 20. Los adictos se ven forzados a delinquir para financiar un hábito que les costaría una fracción si fuese legal. Fuentes policiales estiman que hasta el 50% de los robos en las ciudades grandes son efectuados por drogadictos. Cuando se incumplen los contratos en el mercado negro de las drogas, los resultados suelen ser sanciones violentas, lo cual conduce a tiroteos en las calles.
2. La prohibición de las drogas canaliza más de 40 mil millones de dólares al bajo mundo. La prohibición de las bebidas alcohólicas hizo que empresas serias se dedicaran a otras actividades, mientras que otras desaparecieron. Eso dejó el negocio en mano de las mafias. Si las drogas fueran legalizadas, las mafias perderían miles de millones de dólares y las drogas serían vendidas por empresas legítimas, en un mercado abierto.
3. La prohibición es un ejemplo clásico de lanzarle dinero a un problema. El gobierno federal gastó 16 mil millones de dólares el año pasado tratando infructuosamente de hacer cumplir la ley. A medida que aumenta el consumo, el gobierno le dice a los contribuyentes que necesita más dinero para redoblar el esfuerzo. Cuando el consumo baja, se le dice a los contribuyentes que sería un error bajar la guardia, en momentos en que se avanza. Sean las noticias buenas o malas, se aumentan las erogaciones.
4. Las drogas han convertido a nuestros centros urbanos en campos de batalla. Las leyes antidrogas han creado una subcultura criminal en los barrios pobres. Las inmensas utilidades que el narcotráfico produce es un imán para quienes no les importa actuar al margen de la ley y para los que sienten que no tienen futuro en otra actividad. Los narcotraficantes son la gente más exitosa en los barrios, con los mejores trajes, más vistosos automóviles y atractivas mujeres. Y la guerra contra las drogas imposibilita la paz y la prosperidad en esos barrios.
5. La guerra contra las drogas destruye a las familias. Muchos padres son apartados de sus hijos al ser condenados por posesión de marihuana, por vender unas pocas onzas de drogas o por otras ofensas no violentas.
6. La guerra contra las drogas ha fomentado las violaciones de nuestras libertades civiles. Al tratar de ganar una guerra perdida se graban conversaciones, agentes incitan a cometer delitos, se decomisan propiedades y se cometen muchos otros abusos. En los casos más tristes, inocentes resultan muertos.
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